viernes, 21 de octubre de 2011

La descripción I


DESCRIPCIÓN IDEALIZADORA Y CARICATURA.
Según el tratamiento que el escritor realice de los rasgos físicos y morales de la persona descrita podemos encontrar diferentes tipos de descripción. Estos rasgos físicos y psíquicos pueden ser sometidos a una deformación, pudiendo ser ésta positiva, en cuyo caso nos encontramos ante una descripción idealizadora, o negativa, caricatura. Observemos esta última en la descripción que del príncipe Humperdinck se hace en la novela de William Goldwing, La princesa prometida:

El príncipe Humperdinck tenía forma de barril. Su pecho era enorme como un barril y tenía unos poderosos muslos abarrilados. Aunque no era alto, pesaba cerca de ciento veinte kilos, y era duro como la piedra. Caminaba de costado, como un cangrejo, y probablemente, si hubiera deseado convertirse en bailarín, habría estado condenado a una miserable existencia de infinitas frustraciones. Pero no deseaba convertirse en bailarín. Tampoco tenía demasiada prisa por convertirse en rey. Hasta la guerra actividad en la que destacaba, ocupaba un segundo plano en sus afectos. Todo ocupaba un segundo plano en sus afectos.

Todos los elementos de la descripción, convenientemente exagerados, están utilizados para conformar una visión grotesca del personaje. Los rasgos son filtrados a través de la visión del escritor que los deturpa o los idealiza de tal modo que según la perspectiva adoptada el personaje nos parecerá hermosamente bello, moralmente intachable, intelectualmente aventajado o un fantoche en lo físico, moral e intelectual. Observemos, dos descripciones de la condesa en La princesa prometida, una, con un enfoque idealizador, otra, desde una visión opuesta:

(Visión idealizadora) Acto seguido, el rostro de la condesa apareció en el marco de la portezuela del carruaje. Llevaba los labios pintados de un rojo perfecto y los ojos verdes delineados de negro. Todos los colores del mundo lucían como apagados en su traje. Era tal el brillo que Buttercup sintió el impulso de cubrirse los ojos.
(Caricatura) La condesa tenía un pésimo aspecto incluso en el mismo instante en que abandonó el carruaje, con aquella boca enorme tan pintarrajeada y aquellos ojitos de cerdo pintado y aquella piel empolvada y… y… y…