jueves, 27 de octubre de 2011

El estudio de las generaciones literarias.

El concepto de generación literaria es empleado en la historiografía literaria para designar a un grupo de escritores de cierta afinidad; si bien los libros de texto nunca hacen ninguna referencia a los motivos o causas que hacen de un grupo de escritores una generación literaria. Con el objetivo de esclarecer si los conceptos de generación del 98 o de generación del 27 son aplicados con rigor a los Baroja, Unamuno, Ganivet, etc., o a los Alberti, Lorca, Cernuda, Salinas, etc.; dejo los criterios fijados por Petersen para establecer la existencia de una generación literaria:

1.- Fecha de nacimiento de los autores en una horquilla que no exceda los 15 años (cierta flexibilidad, no obstante, es aconsejable).
2.- Formación intelectual similar (autodidactismo o formación universitaria, por ejemplo)
3.- Relaciones de amistad entre los autores que se adscriben al grupo.
4.- Hecho generacional (generalmente, acontecimiento de carácter histórico como una guerra, un cambio de régimen político, etc.)
5.- Existencia de un guía generacional (es un líder intelectual que es ajeno al grupo, pero en el que influye a través de su pensamiento y obra. En ocasiones, el guía es el más destacado de los miembros del grupo y tutela a otros miembros de la generación).
6.-Anquilosamiento de la generación anterior y reacción del grupo frente a ella.
7.- Lenguaje generacional (conciben el uso del lenguaje desde presupuestos similares).

Con estos criterios podemos sumergirnos en el estudio de las generaciones del 98 y del 27, a partir de las siguientes pautas:

1º Establecer una nómina de escritores presuntamente adscritos a la generación.
2º Estudiar a cada autor a la luz de los presupuestos de Petersen, que fueron establecidos arriba.
3º Elaborar unas conclusiones partiendo de los datos, esto es, qué autores cumplen los requisitos y cuáles no.

Aquí cuelgo un video de la Generación del 27 para ver sus componentes y la fecha de sus nacimientos.





La descripción III


MODELOS DE DESCRIPCIÓN DE PERSONAS 
La descripción de personas adopta distintas formas muy dispares atendiendo a la forma en que estas son descritas. En primer lugar podríamos encontrar la descripción de una persona a través de su apariencia externa, rasgos físicos e indumentaria. Este tipo de descripción recibe el nombre de Prosopografía. Observemos cómo en la siguiente descripción se destaca de Momo tan sólo su vestimenta y su apariencia física (Momo, Michael Ende):
El aspecto externo de momo ciertamente era un tanto desusado y acaso podía asustar algo a la gente que da mucha importancia al aseo y el orden. Era pequeña y bastante flaca, de modo que ni con la mejor voluntad se podía decir si tenía ocho años sólo o ya tenía doce. Tenía el pelo muy ensortijado, negro como la pez, y con todo el aspecto de no haberse enfrentado jamás a un peine o unas tijeras. Tenía unos ojos muy grandes, muy hermosos y también negros como la pez y unos pies del mismo color, pues casi siempre iba descalza. Sólo en invierno llevaba zapatos de vez en cuando, pero solían ser diferentes, descabalados, y además le quedaban demasiado grandes. Eso era porque Momo no poseía nada más que lo que encontraba por ahí o lo que le regalaban. Su falda estaba hecha de muchos remiendos de diferentes colores y le llegaba hasta los tobillos. Encima llevaba un chaquetón de hombre, viejo, demasiado grande, cuyas mangas se arremangaba alrededor de la muñeca. Momo no quería cortarlas porque recordaba, previsoramente, que todavía tenía que crecer. Y quién sabe si alguna vez volvería a encontrar un chaquetón tan grande, tan práctico y con tantos bolsillos.
Aquellas descripciones centradas sobre la psicología, la moralidad o incluso la conducta de la persona objeto de la descripción recibe el nombre de etopeya. Este es el caso de La descripción que de Fermín de Pas ofrece Clarín en el siguiente pasaje de La Regenta:
No renunciaba a subir, llegar cuanto más arriba pudiese, pero cada día pensaba menos en estas vaguedades de la ambición a largo plazo, propias de la juventud. Había llegado a los treinta y cinco años, y la codicia del poder era más fuerte y menos idealista; se contentaba con menos, pero lo quería con más fuera, lo necesitaba más cerca; era el hombre que no espera, la sed en el desierto que abrasa y se satisface en el charco impuro sin aguardar a descubrir la fuente que está lejos en lugar desconocido. Sin confesárselo, sentía a veces desmayos de la voluntad y de la fe en sí mismo que le daban escalofríos.
Sin embargo, suele ser el retrato la descripción de tipo más usual. En ella se combina la descripción del físico y la psicología de las personas. Muchas veces esta combinación de rasgos físicos y psíquicos no es casual sino que unos se proyectan sobre los otros o brotan de ellos, estableciéndose una correspondencia entre psicología y apariencia.En la siguiente descripción del correo del zar, Julio Verne mezcla magistralmente la robustez de Miguel Strogoff con su determinación y fortaleza, los rasgos de su cara con la bondad y generosidad del personaje:
Miguel Strogoff era un hombre alto, fuerte, de amplias espaldas y ancho pecho. Joven, guapo y robusto, cuando estaba bien plantado y asentado no parecía fácil poderlo mover de su sitio contra su voluntad: al apoyar los pies en el suelo era como si le echasen raíces. Alrededor de su cabeza, cuadrada en la parte superior y de frente ancha, se encrespaba una abundante cabellera cuyos bucles le salían por debajo de la gorra. Sus ojos eran azules oscuros, tenían una mirada recta, franca e inalterable, y brillaban bajo el arco de sus cejas. Su poderosa nariz, de anchas ventanas, dominaba una boca simétrica cuyos labios, algo prominentes, revelaban al hombre bueno y generoso.
                Miguel Strogoff tenía el temperamento del hombre decidido que no se para en indecisiones ni en dudas. Sobrio de gestos como de palabras, sabía estar inmóvil como un soldado frente a su superior. Pero cuando se ponía en marcha, su modo de andar denotaba gran seguridad y facilidad de movimientos, lo que probaba, a la vez, una gran confianza en sí mismo y una voluntad inquebrantable. 



viernes, 21 de octubre de 2011

La descripción II


MODELOS DE DESCRIPCIÓN

Al comienzo del relato El mago de Oz (Frank Baum) encontramos una sucesión de descripciones. En primer lugar, el interior de la vivienda donde vive Dorothy, la protagonista; a continuación, la descripción panorámica del lugar donde se sitúa la casa; por último, tía Em, tío Henry y Toto, el perro, es decir, aquellos que viven con Dorothy en la casa:

     Dorothy vivía en medio de las extensas praderas de Kansas, con su tío Henry, que era granjero, y su tía Em, la esposa de éste. La casa que los albergaba era pequeña, pues la madera necesaria para su construcción debió ser transportada en carretas desde muy lejos. Constaba de cuatro paredes, piso y techo, lo cual formaba una habitación, y en ella había una cocina algo herrumbrada, un mueble para los platos, una mesa, tres o cuatro sillas y las camas. El tío Henry y la tía Em tenían una cama grande situada en un rincón, y Dorothy ocupaba una pequeñita en otro rincón. No había altillo ni tampoco sótano, salvo un hueco cavado en el piso, y al que llamaban refugio para ciclones, donde la familia podía cobijarse en caso de que se descargara un huracán lo bastante fuerte como para barrer con cualquier edificio que hallara en su camino. A este hueco -pequeño y oscuro- se llegaba por medio de una escalera y una puerta trampa que había en medio del piso.     Cuando Dorothy se detenía en el vano de la puerta y miraba a su alrededor, no podía ver otra cosa que la gran pradera que los rodeaba. Ni un árbol ni una casa se destacaba en la inmensa llanura que se extendía en todas direcciones hasta parecer juntarse con el cielo. El sol había calcinado la tierra arada hasta convertirla en una masa grisácea con una que otra rajadura aquí y allá. Ni siquiera la hierba era verde, pues el sol había quemado la parte superior de sus largas hojillas hasta teñirlas del mismo gris predominante en el lugar. En un tiempo la casa estuvo pintada, pero el calor del astro rey había levantado ampollas en la pintura y las lluvias se llevaron a ésta, de modo que la vivienda tenía ahora la misma tonalidad grisácea y opaca que todo lo que la circundaba.     Cuando la tía Em fue a vivir allí, era una mujer joven y bonita; pero el sol y los vientos también la habían cambiado, robando el brillo de sus ojos; que quedaron de un gris plomizo, y borrando el rubor de sus labios y mejillas, los que poco a poco fueron adquiriendo la misma tonalidad imperante en el lugar. Ahora era demasiado enjuta y jamás sonreía. Cuando Dorothy quedó huérfana y fue a vivir con ella, la tía Em solía sobresaltarse tanto de sus risas que lanzaba un grito y se llevaba la mano al corazón cada vez que llegaba a sus oídos la voz de la pequeña, y todavía miraba a su sobrina con expresión de extrañeza, preguntándose qué era lo que la hacía reír. Tampoco reía nunca el tío Henry, quien trabajaba desde la mañana hasta la noche e ignoraba lo que era la alegría. El también tenía una tonalidad grisácea, desde su larga barba hasta sus rústicas botas, su expresión era solemne y dura.     Era Toto el que hacía reír a Dorothy y el que la salvó de tornarse tan opaca como el medio ambiente en que vivía. Toto no era gris; era un perrito negro, de largo pelaje sedoso y negros ojillos que relucían alegres a ambos lados de su cómico hocico. Toto jugaba todo el día y Dorothy le acompañaba en sus juegos y lo quería con todo su corazón.

     Como en el caso anterior, El Hobbit (J.R. Tolkien) comienza con la descripción de la vivienda de Bilbo Bolsón. Daros cuenta de que el retrato también puede ser de seres ficticios o imaginarios como es el caso:

      En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.     Tenía una puerta redonda, perfecta como un ojo de buey, pintada de verde, con una manilla de bronce dorada y brillante, justo en el medio. La puerta se abría a un vestíbulo cilíndrico, como un túnel: un túnel muy cómodo, sin humos, con paredes revestidas de madera y suelos enlosados y alfombrados, provisto de sillas barnizadas, y montones y montones de perchas para sombreros y abrigos; el hobbit era aficionado a las visitas. El túnel se extendía serpeando, y penetraba bastante, pero no directamente, en la ladera de la colina —La Colina, como la llamaba toda la gente de muchas millas alrededor—, y muchas puertecitas redondas se abrían en él, primero a un lado y luego al otro. Nada de subir escaleras para el hobbit: dormitorios, cuartos de baño, bodegas, despensas (muchas), armarios (habitaciones enteras dedicadas a ropa), cocinas. Comedores, se encontraban en la misma planta, y en verdad en el mismo pasillo. Las mejores habitaciones estaban todas a la izquierda de la puerta principal, pues eran las únicas que tenían ventanas, ventanas redondas, profundamente excavadas, que miraban al jardín y los prados de más allá, camino del río.     Este hobbit era un hobbit acomodado, y se apellidaba Bolsón. Los Bolsón habían vivido en las cercanías de La Colina desde hacía muchísimo tiempo, y la gente los consideraba muy respetables, no sólo porque casi todos eran ricos, sino también porque nunca tenían ninguna aventura ni hacían algo inesperado: uno podía saber lo que diría un Bolsón acerca de cualquier asunto sin necesidad de preguntárselo.     Esta es la historia de cómo un Bolsón tuvo una aventura, y se encontró a sí mismo haciendo y diciendo cosas por completo inesperadas. Podría haber perdido el respeto de los vecinos, pero ganó... Bueno, ya veréis si al final ganó algo. La madre de nuestro hobbit particular... pero, ¿qué es un hobbit? Supongo que los hobbits necesitan hoy que se los describa de algún modo, ya que se volvieron bastante raros y tímidos con la Gente Grande, como nos llaman. Son (o fueron) gente menuda de la mitad de nuestra talla, y más pequeños que los enanos barbados. Los hobbits no tienen barba. Hay poca o ninguna magia en ellos, excepto esa común y cotidiana que los ayuda a desaparecer en silencio y rápidamente, cuando gente grande y estúpida como vosotros o yo se acerca sin     mirar por dónde va, con un ruido de elefantes que puede oírse a una milla de distancia. Tienden a ser gruesos de vientre; visten de colores brillantes (sobre todo verde y amarillo); no usan zapatos, porque en los pies tienen suelas naturales de piel y un pelo espeso y tibio de color castaño, como el que les crece en las cabezas (que es rizado); los dedos son largos, mañosos y morenos, los rostros afables, y se ríen con profundas y jugosas risas (especialmente después de cenar, lo que hacen dos veces al día, cuando pueden). Ahora sabéis lo suficiente como para continuar el relato.


     A continuación, ofrecemos un modelo de descripción de un proceso. Por otra parte, si hasta ahora sólo habíamos puesto descripciones de carácter subjetivo o literario, ahora ponemos un modelo de descripción objetiva o técnica. Observad tres aspecto, el minucioso orden de la descripción, el empleo de tecnicismos y el empleo de un lenguaje puramente denotativo.
    Cuando va a producirse una erupción, esta se anuncia, generalmente, por un desprendimiento más intenso de vapores y por sacudidas sísmicas. Comienza por la proyección del culote de lava solidificada, roto en multitud de fragmentos. Posteriormente, una columna de humo, formada de polvo y lava, vapor de agua y gases diversos, se eleva desde el volcán, alcanzando, en ocasiones, alturas de hasta 11.000 metros; y llegada la noche el volcán se ilumina por los reflejos de la lava incandescente

La descripción I


DESCRIPCIÓN IDEALIZADORA Y CARICATURA.
Según el tratamiento que el escritor realice de los rasgos físicos y morales de la persona descrita podemos encontrar diferentes tipos de descripción. Estos rasgos físicos y psíquicos pueden ser sometidos a una deformación, pudiendo ser ésta positiva, en cuyo caso nos encontramos ante una descripción idealizadora, o negativa, caricatura. Observemos esta última en la descripción que del príncipe Humperdinck se hace en la novela de William Goldwing, La princesa prometida:

El príncipe Humperdinck tenía forma de barril. Su pecho era enorme como un barril y tenía unos poderosos muslos abarrilados. Aunque no era alto, pesaba cerca de ciento veinte kilos, y era duro como la piedra. Caminaba de costado, como un cangrejo, y probablemente, si hubiera deseado convertirse en bailarín, habría estado condenado a una miserable existencia de infinitas frustraciones. Pero no deseaba convertirse en bailarín. Tampoco tenía demasiada prisa por convertirse en rey. Hasta la guerra actividad en la que destacaba, ocupaba un segundo plano en sus afectos. Todo ocupaba un segundo plano en sus afectos.

Todos los elementos de la descripción, convenientemente exagerados, están utilizados para conformar una visión grotesca del personaje. Los rasgos son filtrados a través de la visión del escritor que los deturpa o los idealiza de tal modo que según la perspectiva adoptada el personaje nos parecerá hermosamente bello, moralmente intachable, intelectualmente aventajado o un fantoche en lo físico, moral e intelectual. Observemos, dos descripciones de la condesa en La princesa prometida, una, con un enfoque idealizador, otra, desde una visión opuesta:

(Visión idealizadora) Acto seguido, el rostro de la condesa apareció en el marco de la portezuela del carruaje. Llevaba los labios pintados de un rojo perfecto y los ojos verdes delineados de negro. Todos los colores del mundo lucían como apagados en su traje. Era tal el brillo que Buttercup sintió el impulso de cubrirse los ojos.
(Caricatura) La condesa tenía un pésimo aspecto incluso en el mismo instante en que abandonó el carruaje, con aquella boca enorme tan pintarrajeada y aquellos ojitos de cerdo pintado y aquella piel empolvada y… y… y…

La narración V (2)

El análisis más simple de la estructura de un texto narrativo se corresponde con la división tradicional en planteamiento, nudo y desenlace:

1. El planteamiento se corresponde con un marco o situación inicial que suele contener la localización temporal y espacial; se nos presenta a los personajes (por lo general, a aquel que forma parte activa del relato como es el protagonista).
2. En el nudo, por lo menos en las narraciones sencillas, el marco inicial se ve alterado por algún hecho que desencadena la acción de los personajes.
3. Por último, en el desenlace el conjunto de las acciones contadas en el nudo da paso a la situación final: restauración del marco inicial, resolución del conflicto relatado en el nudo, fracaso en la resolución del conflicto…

Si analizamos la breve narración que encontramos en La princesa prometida, de William Goldman, vemos que se corresponde punto por punto con la estructura más simple y tradicional:
1º Planteamiento: Annette, criada francesa muy hermosa trabaja en el palacio de los duques de Guiche. 2º Nudo: El duque se fija en ella (acontecimiento que desencadena la acción) y la duquesa temerosa de perder al marido logra mediante el chocolate desposeer a la criada de sus encantos (acción). 3º Desenlace: El duque deja de encontrar atractiva a la criada.

 
En el año en que Buttercup nació, una criada de cocina francesa llamada Annette era la mujer más hermosa del mundo. Annette trabajaba en París para los duques de Guiche y no había escapado a la atención del duque que una mujer de una belleza fuera de lo común le sacara brillo al peltre. El interés del duque tampoco pasó inadvertido a la duquesa, que no era ni muy hermosa ni muy rica, pero sí muy lista. La duquesa se dispuso a estudiar a Annette y al cabo de no mucho tiempo descubrió la trágica debilidad de su adversaria.
El chocolate.
Dotada ya de armas, la duquesa puso manos a la obra. El palacio de Guiche se convirtió en un castillo de caramelo. Dondequiera que posara uno la vista encontraba bombones. En las salas había montones de caramelos de menta recubiertos de chocolate; en los salones, cestas de turrones también de chocolate.
Annette estaba perdida. Al promediar la estación, de delicada se convirtió en colosal y el duque no volvió a mirarla sin que una triste estupefacción le nublara la vista

La narración V (1)


El tiempo interno en la narración
Sabemos que toda narración cuenta una historia real o imaginaria en la que los hechos suceden en el tiempo. Estos hechos no siempre se presentan en el relato en el orden en que han sucedido. Sabemos sin embargo que la forma más sencilla de contar una historia es empezar por el principio y continuar hasta el final; una narración donde los hechos se presentan cronológicamente, esto es, en el orden en que han sucedido. A este tipo de disposición de los hechos en la narración la llamamos orden lineal. 
En el poema El tejón, de John Clare, los hechos se narran tal como suceden en el tiempo: Primero, la batida en busca del tejón; después, el hallazgo por parte de los cazadores; posteriormente, la persecución, la captura y su muerte. Estamos, pues, ante una narración de orden lineal.

Cuando llega la medianoche, perros y hombres mil
Persiguen al tejón hasta su cubil,
Y ponen un saco en el agujero y esperan con tesón
A que por allí pase el viejo tejón.
Él se pone a escuchar: los hombres liberan al más fornido,
Y el viejo zorro suelta al ganso al oír el sonido.
El cazador furtivo dispara y se aleja de los ladridos,
Y la vieja liebre medio herida huye a saltitos.
Con una horquilla le inmovilizan
Y llaman a los perros y a la ciudad lo llevan.
Y con los perros todo el día lo importunan,
Y sus gritos y risas al mismo puerco asustan.
Corre el tejón y muerde a todo animal o cosa:
Vocean los hombres por la ciudad estruendosa.

Él se vuelve y al fragor se enfrenta 
Y a todo rebelde persigue hasta su puerta.
Más de una piedra le han lanzado,
Cuando lucha el tejón, a todos está enfrentado.
Se llama a los perros a unirse a la refriega,
Pero ante él todos pican de soleta.
Aunque más pequeño y menos brutal,
Se enfrenta a todos los perros y los deja en mal lugar.
El imponente mastín, en la lucha violento, 
Las heridas se lame, y se aleja a paso lento.
El bulldog conoce a su adversario y se queda helado,
El tejón sonríe y fuerte lo tiene agarrado.
A todos ahuyenta, los talones les pisa,
Los muerde en la huida: el borracho se muere de risa.

Asustadas las mujeres se llevan a sus pequeños,
Mientras el canalla azuza para que siga el torneo.
Hacia el bosque va el tejón en torpe carrera
Pero palos y garrotes detienen a la presa.
Pero él de nuevo se ha vuelto y cara ha plantado
Y a los muchos perros con estruendo ha derrotado.
Y de nuevo a cada uno se enfrenta sin miedo
Pero los hombres a todos los canes sueltan al mismo tiempo.
Hombres y niños patean al tejón, medio muerto,
Pero éste aún se levanta y a todos mira ceñudo;
Hasta que ya no puede más y sin fuerzas queda tendido
Y suelta una risita, y luego un gruñido, y ya ha fallecido.


No obstante, no todas las narraciones presentan estructuras temporales tan sencillas. A veces, en las narraciones se insertan cambios temporales rememorando el pasado o anticipando el futuro. Es lo que conocemos como Flashback (el narrador desde el presente recuerda hechos que sucedieron en el pasado que guardan, por lo general, relación con lo que ocurre) y Flashforward (visión anticipada de lo que ocurrirá en el futuro). Estos cambios temporales son recurso muy comunes en el cine y en la narrativa moderna:

1.- Flashback: en el siguiente pasaje de Enceded una hoguera (Jack London) encontramos un ejemplo en el que se aprecia claramente la principal función del flashback, el recuerdo sirve para marca una relación de causa con el presente. El viejo del arroyo de sulfuro dijo que no se podía viajar solo cuando el termómetro marcaba por debajo de los cincuenta grados y al protagonista le viene a la mente en unas circunstancias que en cierta medida confirman el sabio consejo del viejo.
 Importante: Este fragmento es digno de mención porque en un mismo párrafo se producen los dos tipos de alteración temporal.

(Flashforward)Pero el hombre estaba a salvo. El hielo sólo le afectaría los dedos de los pies y la nariz, porque el fuego comenzaba ya a cobrar fuerza. Lo alimentaba ahora con ramas del grueso de un dedo. Un minuto más y podría arrojar a él troncos del grosor de su muñeca. Entonces se quitaría los mocasines y los calcetines y mientras se secaban acercaría a las llamas los pies desnudos, no sin antes frotarlos, naturalmente, con un puñado de nieve. La hoguera era un completo éxito. Estaba salvado. (Flashback) Recordó el consejo del veterano del Arroyo del Sulfuro y sonrió. El anciano había enunciado con toda seriedad la ley según la cual por debajo de cincuenta grados bajo cero no se debe viajar solo por la región del Klondike. Pues bien, allí estaba él; había sufrido el accidente más temido, iba solo, y, sin embargo, se había salvado. Abuelos veteranos, pensó, eran bastante cobardes, al menos algunos de ellos. Mientras no se perdiera la cabeza no había nada que temer. Se podía viajar solo con tal de que se fuera hombre de veras. Aun así era asombrosa la velocidad a que se helaban la nariz y las mejillas. Nunca había sospechado que los dedos pudieran quedar sin vida en tan poco tiempo. Y sin vida se hallaban los suyos porque apenas podía unirlos para coger una rama y los sentía lejos, muy lejos de su cuerpo. Cuando trataba de coger una rama tenía que mirar para asegurarse con la vista de que había logrado su propósito. Entre su cerebro y las yemas de sus dedos quedaba escaso contacto.
2.- Flashforward: A continuación, leeremos el fragmento extraído del cuento de terror Nacido de hombre y mujer, de Richard Matheson. En el observamos como el protagonista desde el presente, harto de las humillaciones y malos tratos recibidos, piensa qué hará en un futuro inmediato para vengarse de sus padres. Estamos, por tanto, ante un flashforward, la anticipación de un tiempo futuro:

Hoy es otro día. Papá puso la cadena apretada. Me duele porque me golpeó. Esta vez le saqué el palo de la mano y después hice ruido. Papá se fue y tenía la cara blanca. Salió corriendo de mi lugar y cerró la puerta con llave. 
No estoy tan contento. Todo el día hace frío aquí. La cadena tarda mucho en salir de la pared. Y estoy muy enojado con mamá y papá. Les mostraré. Haré lo mismo que otro día. 
Primero gritaré y me reiré fuerte. Correré por las paredes. Después me colgaré cabeza para abajo de todas mis piernas y me reiré y echaré verde por todas partes hasta que ellos estén tristes porque no fueron buenos conmigo. 
Y si quieren golpearme otra vez los lastimaré. Sí los lastimaré.


El hecho de que el personaje anticipe un futuro más o menos inmediato no quiere decir que los hechos que vayan a tener lugar en el futuro resulten tal como son expuestos anticipadamente por el narrador de esos hechos. Observemos si no el Flashforward que se produce en la novela de William Goldman La princesa prometida, y contrastémoslos con lo que realmente sucede con posterioridad:

-Sois muy veloz- lo elogio Fezzik.
-Y muy bueno- dijo el hombre de negro.
Volvieron a trabar combate. Esta vez, Fezzik no permitió que el hombre de negro se perdiera en filigranas. Se limitó a agarrarlo, a darle la vuelta una, dos veces, a golpearle la cabeza contra el peñasco más cercano, a propinarle unos cuantos puñetazos, a darle un apretón final por si acaso y a lanzar los restos de lo que había sido humano a una hendidura cercana.
 (Lo que se nos anticipa)

Esas eran sus intenciones.
En realidad, ni siquiera logró superar con éxito lo de agarrarlo. Porque en cuanto Fezzik tendió la gigantescas manos, el hombre de negro se agachó, giró como un remolino, quedó libre y continuó lleno de vida.
 (Lo que sucede realmente)

La narración IV


El tiempo y el espacio de la narración.
Toda la acción de una narración se ubica en unas coordenadas espacio-temporales.
En cuanto al tiempo, cabe distinguir entre uno externo a la narración (¿Cuándo suceden los hechos? en la década de los 20, en el siglo XIX, en la actualidad) y uno interno (¿cuánto tiempo duran los hechos narrados? una semana, varios años...).
El espacio es el marco físico donde se desarrollan los hechos y, en ocasiones, trasciende la importancia de ser un mero escenario donde se desarrollan Estos hechos.

La narración III


Los personajes.
Los personajes son elemento fundamental en la narración. Aquellos a quienes acontecen los hechos contados por el narrador. Pero no todos tienen el mismo grado de importancia dentro de la historia. Debido a esto, podemos establecer una clasificación de ellos en:
  • Principales: puede ser un individuo o varios y asumen el mayor protagonismo dentro de la historia. Ejemplo de este tipo de personajes son Isabella o Edward en la novela Crepúsculo.
  • Secundarios: Son personajes necesarios para el desarrollo de la acción que se narra pero no son el motor de la misma, es decir, carecen del peso de los principales en el desarrollo de los hechos. Ejemplo de este tipo de personajes es Charlie, el padre de Bella en Crepúsculo.
  • Figurantes: La aparición de estos personajes en la acción narrada es meramente testimonial. Ejemplo, El profesor de lengua del instituto de Forks.
También, podemos establecer una clasificación de los personajes atendiendo a su grado de complejidad:
  • Redondos: Su personalidad y, por consiguiente, sus actos están dotados de cierto grado de profundidad, por lo que son impredecibles. Este tipo de personaje suele evolucionar a lo largo de la narración.
  • Planos: No tienen el grado de complejidad de los anteriores y, por tanto, son personajes de una pieza, fácilmente predecibles en sus decisiones.
Esta nueva tipología no hay que confundirla con la anterior. Un personaje principal o protagonista no siempre será redondo, como no lo son Edward e Isabella enCrepúsculo.
Actividad: Analiza los siguientes personajes y argumenta si son redondos o planos, principales o secundarios.
Naruto/Maito Gai
Bob Esponja/Calamardo
Luke Skywalker/Maestro Yoda
Harry Potter/ Lord Voldemort

jueves, 20 de octubre de 2011

La narración II


El argumento.
Como comentaba en el artículo anterior, para analizar un texto narrativo hay que analizar los elementos que integran su definición (narrador, personajes, argumento, tiempo y espacio). En este segundo artículo vamos a analizar el argumento.
Primeramente, debemos establecer la distinción entre el argumento, la narración de los hechos cronológicamente, es decir, en el orden temporal en el que suceden fuera de la narración; y la trama, el orden en que estos hechos aparecen dispuestos en el texto.
Imaginemos la siguiente serie de acontecimientos:
  1. El profesor de lengua suspende a uno de sus alumnos.
  2. El profesor de lengua queda en el recreo con el alumno para revisar el examen.
  3. Se produce una acalorada discusión y el alumno golpea en la cabeza, matándolo, al profesor.
  4. El alumno huye de la escena del crimen.
  5. Se descubre el cadáver del profesor.
  6. La policia se persona en el Centro para levantar un atestado y empezar la investigación.
  7. La policia descubre al culpable.
  8. El alumno es juzgado y condenado.
Esta sucesión de hechos ordenados cronológicamente es el argumento. Este argumento puede ser dispuesto por el narrador en otro orden, atendiendo a otros intereses; por ejemplo, con la finalidad de crear cierta intriga los puntos 1, 2, 3 y 4 podrían aparecer al final. Este nuevo orden sería, por tanto, la trama.
Actividad: 
Imaginad una sucesión de hechos como la precedente y a continuación narrad en otro orden la sucesión de esos hechos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La narración I


Chicos, como sabéis narrar es contar una serie de hechos reales o ficticios que les suceden a unos personajes, que al igual que los hechos pueden ser reales o imaginarios, en un tiempo y lugar. Dicho lo cual, debemos saber que si quisieramos analizar un texto narrativo estariamos obligados a atender a los elementos que conforman la definición de texto narrativo:
  • La persona que narra (narrador)
  • Los hechos que se narran (argumento)
  • Los personajes a quienes suceden esos hechos.
  • El espacio donde suceden los hechos.
  • El tiempo en el que transcurren los hechos.

El narrador.
El narrador, que es quien en definitiva cuenta los hechos -narra-, puede ser según la perspectiva desde la que narra los hechos de tres tipos:
  • Si narra aquello que le ha ocurrido a él, es un narrador en 1ª persona
  • Si, por el contrario, narra hechos que le han pasado a otra persona, hablaremos de narrador en 2ª persona (poco frecuente, salvo en la literatura experimental) o en 3ª persona.
Otra forma de aproximarse al estudio del narrador de un texto es hacerlo en función del grado de información que el narrador posea de los hechos:
  • Si el conocimiento de los hechos es global, es decir, está al tanto de todos los pormenores, hablamos de narrador omnisciente.
  • Si el narrador solo cuenta aquello que ve, sin saber por tanto que sienten o piensan los personajes, hablamos de un narrador observador u objetivista.
Actividad: Aquí tenéis unos enlaces a textos narrativos en donde debéis juzgar qué tipo de narrador es cuenta los hechos.
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/mini/salomon.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/mini/hablaba.htm